¿Qué
tal si el verano fuera gris?
¿Qué
tal si las flores se marchitaran en un segundo?
¿Y
si pienso en la posibilidad de que las nubes cayeran del cielo, y los
revolucionarios cesaran sus llamados a la cordura?
¿Qué pasaría si nos arrepintiéramos de lo que no
hemos hecho?
¿Qué
pasaría si todos los sueños cayeran al suelo como un techo podrido?
¿Y
si las personas vivieran sin esperanza para continuar?…
Esto
no es un poema de amor, pero todo cambia cuando me invade la locura, y puedo
verte caminar
¡Qué
ajena perfección!
¡Gran
cautela me invade!
Si
me llenara de valentía, y tuviera la dicha de volar y tocar las sedas que
cubren los ángeles
entre
los remolinos de viento que giran como bailarinas,
si
me arriesgara a conocer lo prohibido,
a
explicar lo inexplicable,
viviría
contigo en un mar profundo de pinturas y manuscritos,
incesablemente
hambrientos de amor.
Pero
me invade la desdicha de no conocerte,
de
no conocer los canales de tus venas,
ni
el azúcar de tus papilas,
me
agobio la mente imaginando cómo brillarán tus ojos frente a la luz del sol
¡Vaya
que no te conozco!
No
te lo tomes a mal, pero esto no es un poema de amor.
Es
volátil tu reflejo, pero es constante tu recuerdo
¿Y
si soy masoquista al pensarte, e imagino tus labios acariciando los míos?
Pensaría
ahora
que
el verano sí es puro y cálido,
que
las flores siempre tendrán la forma de abrir sus pétalos y brillar,
que
las nubes vivirán constantemente en el cielo,
que
los revolucionarios seguirán llamando para siempre a la cordura de un pueblo de
locos,
que
nos seguiremos arriesgando a hacer los sueños realidad…
Vos
cambias mi manera de pensar
vos
me revives al imaginarte entre pétalos de rosas, vestida entre sedas con
olor a lavanda
vos
me enamoras al sonreír
pero
discúlpame, esto no es un poema de amor
como
los demás.
Violeta.
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