Yo no sé si usted lo ha vivido, si no lo ha
hecho, después de leer esto no lo dude un segundo, siéntese en su mesa y actúe.
Yo lo hago al menos una vez por semana, para
sentirme medio criminal, para sentirme complacido, es que no puedo evitar tener
el poder en mis manos, cometer un pecado silencioso. Mi victima puede variar,
no me agrada repetir, a veces tiene queso, a veces cereales, pero nunca, nunca
llegará a tener azúcar, bocadillo o arequipe. Usted puede elegir cualquiera. Le
recomiendo que lo haga en las mañanas o en las noches, nunca en la tarde, no
tendrá tanto suspenso, no le generará la suficiente satisfacción. Asegúrese de
estar solo, ser egoísta le va a proporcionar un deseo inigualable. Tome su
objetivo, sienta su olor, su textura suave, trate de ver si de verdad los
condenados a muerte dicen unas últimas palabras, escúchelo. Cuando tenga todo
esto listo, o si no lo quiere tener, use su herramienta, con toda la delicadeza
posible, un solo corte mal hecho podrá arruinar su perfecto trabajo. Introducir
el cuchillo será muy fácil, pero cuidado, no deje espacio para remordimientos
de conciencia, eso no le conviene. Haga un corte firme y preciso, luego tome la
mantequilla, unte el cuchillo con ella y espárzalo sobre su pan.
Karen, me gusta mucho como escribes, me sorprende ver que haya estudiantes tan inteligentes y dedicados. Gracias por tu literatura y por tu apoyo en Correo a la libertad. Diego
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